En ocasiones nos surgen cosas que queremos pedir con toda nuestra alma. Creemos que Dios nos ha abandonado y no nos hace caso.
En ocasiones nos gustaría gritar pidiendo aquello que necesitamos y nos preocupa.
En este desierto de Cuaresma, GRITA en tu interior y en tu oración:
«Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.» (Salmo 101)
0 comentarios