También Jesús flaqueó y se cayó por el peso de su cruz, que no es otro que el de la tarea encomendada por el Padre.
Seguro que todos caemos alguna vez, nos rendimos, abandonamos, no sentimos fuerzas, ni confianza en nosotros mismos.
Acuérdate de que él siempre está ahí para amarte y alentarte.
No importa cuántas veces caigas, levántate.
0 comentarios