Para los cristianos la Semana Santa es el momento más importante porque recordamos y acompañamos la entrega de Jesús, un proyecto de amor que, aunque el jueves parezca un fracaso, el sábado con su resurrección alcanza sentido.
Durante esta Semana Santa tuve la oportunidad de participar en la experiencia Tarik Emaús. Se trata de una propuesta de oración y contemplación de la realidad del migrante.
Acompañar una realidad tan compleja, injusta y olvidada (por muchos) nos ayudó a rememorar los últimos días de Jesús, en los que él también se sintió olvidado y tratado de forma injusta. Los proyectos de amor de los migrantes también se viven desde la entrega, soñando un futuro mejor, no solo para uno mismo, sino también para poder cuidar de otros.
La experiencia comenzó en Almería, allí pudimos contemplar los invernaderos y visitar los asentamientos donde viven los migrantes. Ellos viven y trabajan en condiciones muy precarias, en los márgenes de la ciudad, para que así no puedan molestar ni participar de nuestra sociedad.
Olvidados por los estamentos públicos, no parecen estar dentro de un sistema que paradójicamente sí se beneficia de lo que ellos producen.
El Miércoles Santo cruzamos el Mediterráneo haciendo la ruta migratoria a la inversa hasta Nador (ciudad marroquí fronteriza con Melilla). De este modo, los días del Triduo Pascual los pasamos en esta ciudad, contemplando y rezando en los montes de Nador, acercándonos a sus vidas a través de testimonios, y descubriendo la labor de la Delegación Diocesana de Migraciones.
Estas experiencias que fuimos teniendo nos recordaron que, desgraciadamente, la Pasión de Jesús sigue estando presente en nuestros días en distintos lugares y situaciones.
Al igual que Jesús, los migrantes que han llegado hasta esta ciudad están sometidos por las decisiones políticas. En estos momentos, de los 4 pasos fronterizos sólo hay uno abierto, las concertinas que España retiró están ahora en la valla del lado marroquí. Por tanto, el paso por la valla se hace cada vez más difícil.
Esto ha motivado que las personas que quieran continuar su proyecto de amor, lo hagan cruzando el mar Mediterráneo (el cual está también cada vez más vigilado con la tecnología facilitada por Frontex) o cruzando la difícil travesía por el Atlántico hasta las islas Canarias.
Como en el juicio que sufrió Jesús, los migrantes están sometidos por quienes solo se interesan por su poder mediático. Cada vez que hay noticias sobre los migrantes, los medios de comunicación se hacen eco mostrando imágenes morbosas, o dando eco a un discurso vacío, que no mejora la situación y solo consigue enfrentar distintas posturas.
En nuestro último día, terminamos la experiencia contemplando el mar. Ese mar símbolo de entrega y esperanza, que se alegra gritando Boza (victoria), porque la entrega que se ha hecho desde el amor ha tenido tiene sentido, ya que como dice el Evangelio de Juan: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15:13-17).”
*Gracias al equipo de Migraciones de CVX, a las comunidades de Almería y Nador y a la propia comunidad que formamos quienes participamos de esta experiencia.
Jose A. Sánchez
CVX – Padre Arrupe en Madrid

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