ÁMAME TAL COMO ERES

Conozco tu miseria, las luchas y tribulaciones de tu alma; la debilidad y las dolencias de tu cuerpo; conozco tu cobardía, tus pecados y flaquezas… y a pesar de todo te digo: “Dame tu corazón. Ámame tal como eres”.
Si para darme tu amor esperas a ser un ángel, nunca llegarás a amarme. Aún cuando caigas muchas veces en esas faltas que quisieras no cometer jamás, y seas un cobarde para practicar la virtud, no te consiento que me dejes de amar. Ámame tal como eres. Ámame en todo momento, cualquiera que sea la situación en que te encuentres, de fervor o sequedad; de fidelidad o traición.
Lo que me importa es el canto de tu corazón. ¿Para qué necesito yo tu ciencia o tus talentos? No te pido virtudes y aún cuando to te las diera, eres tan débil que siempre se mezclaría en ellas el amor propio; pero no te preocupes por eso… Preocúpate sólo de llenar con amor el momento presente.
Hoy me tienes a las puertas de tu corazón, como un mendigo, a mí que soy el Señor de los señores. Llamo a tu puerta y espero. Apresúrate a abrirme. No alegues tu miseria. Si conocieras plenamente la dimensión de tu indigencia, morirías de dolor. Una sola cosa podría herirme el corazón: ver que dudas y que te falta confianza.
Quiero que pienses en mí todas las horas del día y de la noche. No quiero que realices la acción más insignificante por un motivo que no sea el amor. Cuando te toque sufrir yo te daré fuerzas; tú me diste amor a mí y yo te haré amar más de lo que hayas podido soñar. Pero recuerda esto: ámame tal como eres. Para entregarte al Amor no esperes ser un santo; si esperas a eso nunca llegarás a amar.

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