
Los niños afectados en los países del Tercer Mundo no tienen acceso a este tipo de medicamentos, que les permitirían vivir más tiempo y en mejores condiciones. La mayor parte de ellos ni siquiera habría contraído la enfermedad si la madre hubiese podido acceder a las terapias. Estas terapias aumentarían la prevención de la transmisión materno-filial y eliminarían las barreras que excluyen a mujeres y niños de los diagnósticos y la atención médica. Por ello, Cáritas exhorta a los jóvenes de todo el mundo a escribir a los Gobiernos y a las compañías farmacéuticas a través de su página web.

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