
La Iglesia no está ajena a esta situación. Ya el Concilio Vaticano II marcó las líneas generales a seguir, reconociendo la labor de los profesionales de la comunicación y valorando positivamente el mucho bien que pueden hacer “los altavoces” de nuestra sociedad.
Han transcurrido más de cuarenta años desde que se publicó el “Decreto Inter Mirifica” y los desafíos que la comunicación presenta a nuestra Iglesia exige formación y buen uso de la misma. En el año 2005, Juan Pablo II escribía una carta a los responsables de las comunicaciones sociales y explicaba: “La Iglesia no ha de contemplar tan sólo el uso de estos medios de comunicación para difundir el Evangelio sino, hoy más que nunca, para integrar el mensaje salvífico en la “nueva cultura” que precisamente los mismos medios crean y amplifican. La Iglesia advierte que el uso de las técnicas y de las tecnologías de la comunicación contemporánea es parte integrante de su propia misión en el tercer milenio”.
Pero los ritmos eclesiales son lentos por naturaleza. La Iglesia en Italia, por ejemplo, está en primera fila gestionando la información, comunicando con modernidad, descubriendo la “pastoral de la comunicación” y ejerciendo un liderazgo agradecido para toda la Iglesia que peregrina en el mundo. España se encuentra en proceso, aunque bien es cierto que “muchas líneas de tren ya se han perdido”.
Pero los ritmos eclesiales son lentos por naturaleza. La Iglesia en Italia, por ejemplo, está en primera fila gestionando la información, comunicando con modernidad, descubriendo la “pastoral de la comunicación” y ejerciendo un liderazgo agradecido para toda la Iglesia que peregrina en el mundo. España se encuentra en proceso, aunque bien es cierto que “muchas líneas de tren ya se han perdido”.

Ya no se trata de “hacer una revista”, ni siquiera de informar de actividades a miembros de las comunidades. Se trata de COMUNICAR, y el ejemplo está en los Evangelios. ¿Cómo comunicaba Jesús? ¿Cuáles eran sus actitudes a la hora de comunicar? Porque comunicamos con las palabras, con los gestos, con un cartel, con una sala de reuniones; comunicamos con una vela, con la cruz en la pared, con una sonrisa; comunicamos con la escucha atenta, con el silencio, con nuestra ropa, con nuestro color; comunicamos con nuestras miradas, con nuestra acogida. Comunicamos a nivel individual y a nivel eclesial.
CVX en España inicia una nueva etapa intentando responder a la llamada de Nairobi para procurar crecer en la construcción y articulación de ese cuerpo apostólico que debe incidir en una acción transformadora en el mundo. Estamos llamados a servir para hacer presente aquí y ahora el Reino de Cristo. Por eso, este nuevo equipo apostólico empapará sus vidas de Dios y le dejará actuar a Él. El objetivo que se le encomienda es “potenciar y mejorar una comunicación real y eficaz dentro de CVX-E y también hacia fuera de la misma”. Y para ello ya hay muchos pasos dados: la revista, la web, la intranet, el correo electrónico…
Desde aquí agradecemos la labor callada de Rosa Cubillo, quien inició el boletín, la etapa de Barcelona, Gemma Fraile y Quique Falcón quienes durante estos años han trabajado para sacar adelante una revista que intenta unirnos y descubrirnos como cuerpo apostólico. Gracias a ellos y a sus comunidades este camino tuvo un comienzo y hoy simplemente tiene un continuar.
El envío y la presencia de Dios hará que este equipo, que podría parecer sólo técnico, se convierta en un verdadero equipo apostólico al servicio de la misión. Porque dar valor a la comunicación “no es sólo tarea de “entendidos” del sector, sino de toda la comunidad eclesial. Si las comunicaciones sociales comprenden todos los ámbitos de la expresión de la fe, es la vida cristiana en conjunto la que debe tener en cuenta la cultura mediática en la que vivimos”.
Este número de Revista CVX-E se ha convertido en un número de transición y sigue invitando a CVX-E a reflexionar sobre el cuerpo apostólico, sobre la familia, el laicado, las cosas pequeñas de la vida convertidas en relatos…
Desde aquí agradecemos la labor callada de Rosa Cubillo, quien inició el boletín, la etapa de Barcelona, Gemma Fraile y Quique Falcón quienes durante estos años han trabajado para sacar adelante una revista que intenta unirnos y descubrirnos como cuerpo apostólico. Gracias a ellos y a sus comunidades este camino tuvo un comienzo y hoy simplemente tiene un continuar.
El envío y la presencia de Dios hará que este equipo, que podría parecer sólo técnico, se convierta en un verdadero equipo apostólico al servicio de la misión. Porque dar valor a la comunicación “no es sólo tarea de “entendidos” del sector, sino de toda la comunidad eclesial. Si las comunicaciones sociales comprenden todos los ámbitos de la expresión de la fe, es la vida cristiana en conjunto la que debe tener en cuenta la cultura mediática en la que vivimos”.
Este número de Revista CVX-E se ha convertido en un número de transición y sigue invitando a CVX-E a reflexionar sobre el cuerpo apostólico, sobre la familia, el laicado, las cosas pequeñas de la vida convertidas en relatos…
SI QUIERES SUSCRIBIRTE A LA REVISTA PONTE EN CONTACTO CON NOSOTROS
0 comentarios