La gran mayoría de los participantes eran mujeres, lo que ya nos deja un signo de interrogación. ¿Por qué los hombres se interesan poco o nada por toda reflexión que dice respecto a la condición y el crecimiento de la mujer? Sería tan más rica una reflexión que contara con las aportaciones de ambos sexos. Por otro lado eso deja patente un punto de diagnóstico: todavía hay mucho que caminar hacia una vivencia madura y fecunda de la reciprocidad entre varón y mujer.
Como ponencia principal parece que hay que destacar la de la pareja de filósofos Giulia Paola di Nicola y Atilio Danese, de Teramo. Llevan muchos años trabajando sobre temas de amor, familia, mujer, así como publicando la bellísima revista italiana “Prospettiva Persona” su obra vastísima cuenta con libros y textos innumerables sobre los temas arriba indicados asi como las obras de Emmanuel Mounier, Simone Weil e Ignazio Silone, entre otros. Han dado al congreso una contribución inestimable identificando la relación hombre-mujer como un continuo crecimiento en la belleza de una reciprocidad que camina en fecunda tensión entre la igualdad y la diferencia. Con riquísimos análisis antropológicos y filosóficos, esa pareja ha dado una definitiva iluminación al Congreso. Sobre todo abordó el tema con una perspectiva positiva y alumbradora. Sobre todo demostró que si hoy, cuando el debate sobre la ecología y la biodiversidad defiende con tanta pasión la protección de las diferencias enriquecedoras de toda la Creación es impensable no hacer lo mismo cuando se trata del género humano. Creado en la diferencia enriquecedora y destinada a la relación de macho y hembra hechos para la comunión, la pareja humana es responsable de conducir la creación hacia su plenitud. Y eso le es posible por la Gracia de ser ella misma la plenitud de lo humano, por lo tanto la plenitud de la imagen de Dios.
El Santo Padre, con el discurso con que acogió a los congresistas en el Vaticano, puso las cosas en su lugar de manera serena y profunda. Cuando se trata de la mujer, su identidad y su rol en la sociedad visto desde la perspectiva de la fe, hay que mirar antes de nada, el dato revelado. Y este dice que, en el alba de la creación, el Señor los hizo “macho y hembra”. Así, por lo tanto, camina la humanidad: en la diferencia enriquecedora, unidual, que garantiza la vida en cuanto conservación de la especie y en cuanto progresión de la armonización.
Nos parece que el Congreso de Roma ha dado una importante contribución para un debate que está en pleno corazón de nuestra época, pero que está lejos de haber pronunciado su palabra final. Ojalá la publicación de las actas dé margen a que la discusión prosiga y contribuya para que mujer y hombre puedan dar toda su medida de criaturas hechas a la imagen de su Creador: para que el mundo tenga vida y la tenga en abundancia.
M. Clara Bingemer (CVX en Brasil)
Enviada al Congreso por la Conferencia Episcopal Brasileña
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