El verano pasado celebramos un encuentro internacional de familias en el marco de las celebraciones del V Centenario de la Herida. Los primeros días, llevamos a cabo una peregrinación por los lugares ignacianos de Barcelona, Montserrat y Manresa; luego presentamos y ofrecimos sesiones prácticas de las herramientas de CVX para las familias.
Desde el primer momento, el equipo creyó que la diversidad familiar tenía que estar presente (al igual que en los otros encuentros). El primer motivo es muy obvio: es una de las líneas de misión del equipo de familia. Nos queremos ocupar de todas y cada una de las familias, acompañándolas en su proyecto familiar; así que todas las familias son bienvenidas. Vemos como los diferentes proyectos familiares convergen en unos valores comunes: un proyecto de vida en el que se implican todos los miembros, el amor entre cada uno de ellos, el cuidado, la entrega y el apoyo recíproco… Las familias, en su gran abanico de formas, son hogares donde sus miembros encuentran un espacio de confianza para desarrollarse como personas. Queremos apoyar a las familias en general y, en particular, a las familias diversas para que redescubran y fortalezcan su proyecto de vida en común.
La bien conocida la afirmación de Steiner de que “lo que no se nombra no existe” es un buen lema que resume nuestro segundo motivo. Pero, queremos ir más allá, no solo nombrando la diversidad sino haciéndola presente en nuestros encuentros como testimonio de normalidad. Con la mayor sencillez, vemos que nuestro día a día familiar se organiza bajo los mismos ejes, nuestras preocupaciones coinciden y también nuestros sueños. Las familias diversas son (somos) tan normales como cualquier otra.
El tercer motivo nace del corazón. Por lo tanto, el más importante. El testimonio personal transforma y abre los corazones a acoger nuevas realidades. En muchas ocasiones, nos hemos encontrado con que varias familias nunca habían mantenido una conversación en profundidad con alguna persona LGBT o sus familiares. El conocer de primera mano las dificultades, los miedos, los logros y las esperanzas abre la puerta a la conexión emocional, imprescindible para sintonizar y empatizar con la realidad del otro. Hablando, construimos una historia en común. Nuestros caminos van a quedar entrelazados.
Durante el encuentro, Pili y Bea con sus gemelos nos compartieron las claves de su vida en familia; yo comenté el proyecto del “Viaje arcoíris” (una herramienta de acompañamiento a padres con hijos LGBT) y Jorge nos acompañó con un vídeo. No es fácil compartir públicamente tu historia o la de tu familia. Siempre hay un cierto miedo a exponerse. En el caso de los padres, se añade el respeto a la privacidad que deseen tener nuestros hijos.
Además, en un contexto internacional como el que teníamos en Manresa, hay que prestar una especial atención a las diferencias culturales. No es lo mismo hablar de diversidad en un contexto europeo, donde la gran mayoría de países tienen legislaciones que protegen los derechos de las personas LGBT y sus familias; que, en un contexto africano, donde en varios países, la homosexualidad comporta penas de cárcel. Había que cuidar en extremo el lenguaje.
Tuvimos un regalo inesperado. Previamente, habíamos facilitado el texto de nuestras intervenciones al equipo que iba a realizar la interpretación simultánea. Una de las traductoras se acercó a mí antes de la charla y me pidió permiso para pasarle nuestros escritos a su hijo. Me comentó su realidad familiar y nos fundimos en un profundo abrazo. Una vez más pudimos comprobar la liberación que supone para muchas personas LGBT y sus familiares el sentirse plenamente acogidos en un entorno religioso.
Tras la charla, nos preocupaba especialmente cómo se habían sentido las personas que sabíamos que iban a tener una mayor dificultad. Nuestra intención era abrir los corazones sin escandalizar o violentar a nadie. Sus palabras fueron bastante tranquilizadoras: “no forma parte de nuestra cultura, es algo muy nuevo para nosotros, pero nos hace mucho bien escucharos”. También una vez más, se puso de manifiesto que hay que sembrar respetando los tiempos que requieren los distintos procesos personales.
Finalmente, creo que el testimonio personal de la diversidad familiar en el encuentro de Manresa fue muy positivo y enriquecedor para todos: quien lo recibía y quien lo daba. Contenta de ayudar a construir puentes entre los diferentes modelos familiares, más contenta porque durante unos días fuimos todos como una gran familia y aún más contenta porque esos lazos todavía perduran.
Marisol Ortiz
Coordinadora Equipo de misión familia

Muchas gracias por su compartir y testimonio.
Gracias por esta crónica: abrir corazones, sembrar respetando tiempos…