DOMINGO XX del TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
— Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
— Atiéndela, que viene detrás gritando.
Él les contestó:
— Sólo me han enviadlo a las ovejas descarriadas de Israel.
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas:
— Señor, socórreme.
Él le contestó:
— No está bien echar a los perros el pan de los hijos.
Pero ella repuso:
–Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió:
— Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.
En aquel momento quedó curada su hija.
Orar en Domingo:
“¡Mujer, qué grande es tu fe!”, por Hermánn Rodríguez Osorio sj
El corazón de una madre doliente, por José María Maruri sj
Aprender y rectificar como Jesús, por Fray Marcos
¡Persiste y conseguirás!, por Javier Leoz
Suplicar con fe, por JAP
Del fanatismo a la inclusión, por Enrique Martínez Lozano
Por toda la humanidad, Ángel Moreno, de Buenafuente del Sistal
Los valores humanos esenciales, por José Enrique Ruiz de Galarreta sj

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