Benito nos ha llamado por el móvil a eso de las 9:45h que estaban casi a la altura de San Sebastián, así que ya nos hemos dado cita hacia las 10:45h en la estación nueva de autobuses de Pamplona (lo más cómodo para el chófer). Desde ahí, un pequeño grupico de la Comunidad CVX en Pamplona (Miguel, Isabel, Josemi, Merche, Josep María, Xabier Irigaray, nuestro asistente y una servidora, Sara Palacio, además de algún retoño) y en distintos momentos de la mañana, hemos ido haciendo acto de presencia e ilustrando a las visitas con nuestros conocimientos sobre los lugares ignacianos de la ciudad.
Lo primero hemos pasado junto a la muralla de la ciudadela, les hemos enseñado la entrada y hemos continuado rumbo a la catedral (no nos daba tiempo de visitarla, y nos consolaba decir que tampoco San Ignacio la llegó a conocer, por ser su construcción posterior a su muerte). En el camino, hemos podido enseñar parte del recorrido del encierro, que si bien, no es muy ignaciano, siempre despierta interés y curiosidad; así también el Hotel la Perla, en la Plaza del Castillo, donde Hemingway se alojaba durante los Sanfermines y contar alguna anecdotilla, un poco aldeana, lo reconozco del tipo (ahí vive mi abuela, ahí mi tía, etc por ilustrar que Pamplona es chiquitillo).
Una vez en la catedral hemos enseñado la tumba y estatuas de Carlos III el Noble y su mujer y por un momento ha habido confusión con el monarca español Carlos III que expulsó a los jesuitas de España. Benito ya se ha encargado de sacarme del error y felices de no tener que coger manía a los restos del buen monarca navarro que allí yacía, hemos seguido la visita rumbo a las murallas.
En las murallas hemos contado como San Ignacio luchó con las tropas castellanas, que querían conquistar el Reino de Navarra, contra los navarros y franceses, de cuya parte estaban los hermanos mayores de San Francisco Javier. En ese escenario tratábamos de figurarnos al aguerrido caballero, luchando valientemente aquí y allí, avisando no obstante que el lugar en que fue herido y cayó se situaba un poquito más apartado. De vuelta hacia dicho lugar, en la calle Compañía hemos enseñado la Iglesia de Jesús María, iglesia y antigua residencia de los jesuitas y el antiguo colegio, hoy escuela de idiomas.
Y después hemos llegado a la ansiada placa conmemorativa, donde Laurant Batoaken de CVX en Camenrún se hacía fotos yaciendo en el suelo simulando cara de dolor; no nos poníamos de acuerdo si se tenía que agarrar la pierna izquierda o derecha, lo cual delata nuestras deficiencias como expertos guías… Justo al lado, en la iglesia de los redentoristas hemos visitado la capilla de San Ignacio, donde, desde el día de Pentecostés de este año se inauguró la adoración perpetua, por iniciativa de nuestro nuevo arzobispo. Seguido de la placa, hemos visto la estatua, muy cerquita, que es una réplica de la que se puede ver en Loyola. Y tras jalear al grupo hemos llegado al bus con cierto retraso para dirigirnos a Javier.
Tras una horita de viaje, en la que hemos dormido al personal contando la vida de San Francisco en tres idiomas… hemos llegado para comer. Una vez con el estómago lleno y espabilados con el cafecito, cortesía de la organización (Benito rememora el milagro de los panes y los peces… en forma de euros) nos hemos dirigido al castillo. Una vez provistos de las guías escritas en los tres idiomas hemos iniciado la visita. La gente estaba encantada de conocer sitios tan especiales, para nosotros, ignacianos, y nos sugerían seguir organizando peregrinaciones por los lugares ignacianos para futuras visitas, Alfonso esto va para tí). Al final de la visita hemos tenido la Eucaristía en la capillita cercana al cristo sonriente (del cual me he encargado que se llevaran todos sendas postales, ya que me parece una maravilla de representación y ha inspirado mi oración en más de una ocasión). Ramón de la Cigoña sj la presidió en español, y el sermón lo hemos traducido a los otros idiomas. Ha sido una Eucaristía para mí entrañable, llena de cantos, incluido el “en todo amar y servir” en coreano! y parte de la CVX-Pamplona hemos podido sentir la dimensión mundial de la CVX.
Al acabar hemos visitado rápidamente la parroquia antigua, donde ahora hay monjas de clausura y donde se puede ver la pila bautismal, donde fue bautizado nuestro patrón, y una virgen de la época. Y ahí se acababa nuestro papel de cicerones, acompañando al bus a los peregrinos, dando abrazos, besos, promesas de mantener el contacto, de visitarnos, si Dios quiere y saludando hasta agotar nuestras manos y brazos, hasta que el autobús se ha escapado de nuestra vista.
Tenéis que saber que las coreanas llegaron con bien a Loyola y estaban muy contentas! Gracias por vuestros rezos. Recemos ahora por todos ellos, ellas y por el nuevo fichaje de guía, turístico, me refiero, con don de gentes, paciente y sonriente: Benito Marín CVX en Salamanca. Recemos también por Vida Lucic de CVX en Croacia, que se casa en 15 días.
0 comentarios