

Yo me sentía un poco mal, porque había insistido mucho en que todo el mundo estuviera puntual a las 7 am y así fue, todos estábamos con ojos somnolientos en la gran escalinata de entrada a la casa (escenario de tantas fotos…), añorando un cafelito.
Así que nada más salir, ya a punto de entrar en la autopista, John de Filipinas, nos viene con cara de apuro y la llave de la habitación en la mano. El pobre Miguel corrió de vuelta a devolver la llave, mientras el bus con todos los ocupantes esperábamos en la cuneta. En esos minutos nos encomendamos para el viaje con un Padre Nuestro, un Ave María y el canto de “Ven con nosotros a caminar”. Ya llegó Miguel jadeante y pudimos proseguir.

A eso de las 13,30h, ya hora española, llegamos a Salamanca, donde Benito Marín, bendito él, nos esperaba con su amplia sonrisa, disponibilidad y amabilidad. En la casa había habido un mal entendido y no estaba previsto que comiéramos, con lo cual cocinaron corriendo lo que tenían para la cena (luego ya tendrían tiempo de comprar la cena). Comimos apaciblemente y luego los viajeros se retiraron a descansar a las habitaciones, para retomar la visita a la ciudad a las 4 pm.

Ya en Pamplona, nos hizo saber Benito, que las pobres coreanas seguían su “aventura- pesadilla” de perder enlace tras enlace, para poder unirse al bus: no pudieron llegar a Fátima, por estar bloqueadas en Londres, de donde pudieron volar a Lisboa, en donde perdieron el tren para llegar a Salamanca, con lo que cogieron un vuelo a Madrid, donde han llegado hoy a las 6,30h y ahora están ya en un autobús rumbo San Sebastián, desde donde cogerán otro a Loyola, se les espera sobre la hora de comer. Recemos para que logren llegar con bien.
Un abrazo a todos,
prometo comentarios del bus
en su paso el domingo por Pamplona y Javier.
Sara Palacio cvx, desde Pamplona
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