El cuidado del “Magis”

A veces se confunde la fórmula del Magis con un deseo de perfección que escapa a su origen, que hay que verlo en la redacción del texto original en su conjunto y especialmente, en la oración en la que figura: “solamente deseando y eligiendo lo que
MÁS nos conduce para el fin que hemos sido creado”.

Se nos ha ido inculcando en nuestra sociedad, que hemos de ser los mejores y más capacitados en nuestro trabajo y en las actividades en las que nos movemos. Parece que nos quedamos viviendo el primer término de la oración, en el “más”, donde pueden esconderse diversas motivaciones: éxito social, éxito material, la imagen deseada… En muchas situaciones, impulsado por el estímulo que nos rodea de competitividad. Se va perdiendo el sentido último, “el fin”, lo que Dios quiere para nosotros, nuestra felicidad plena, y que podríamos ir traduciendo en ir desplegando las tres actitudes fundamentales que deben de presidir nuestra vida: el agradecimiento, la humildad y el servicio. Vivirse desde el agradecimiento, cuando se reconoce el amor incondicional puesto por Dios en mi vida.


El primer don que agradecer es el de la vida. Y después, en la propia biografía puede verse cómo hemos ido siendo seres acogidos, a los que se nos ha provisto de pan (bienes materiales y culturales), techo (vivienda, toda la arquitectura afectivo-espiritual) y palabra (personas que se preocupan por mí). Y por ello, aún desde la adversidad puede uno irse viviendo como seres acogidos y reconocidos, a través de hechos y personas presentes en dichas realidades. Vivirse desde la humildad al reconocer la grandeza del amor de Dios, que ha puesto su amor no solo en mí, sino en todos y cada uno de los seres que nos rodean, en personas iguales a mí en dignidad y derechos, y a los que estamos vinculados a vivir en una relación de fraternidad, a través de vivirse en la gratuidad del servicio, mediante las capacidades de cada uno. Es aquí donde inscribir el MAGIS. Ser más competentes y cualificados en donde se está, pero sabiendo desde dónde se está, es decir, hacer presente en dichas realidades esa vocación de servicio desde el agradecimiento y la humildad. En palabras de Arrupe, “Ser hombre para los demás”.


Tomás Undabeytía

Equipo Misión Espiritualidad CVX-E

2 Comentarios

  1. Macarena Serrano

    Muy buena reflexión. Ayuda mucho. Gracias Tomas

    Responder
  2. María Noel

    Muchas gracias por recordarlo, cuánto bien nos hacéis. GRACIAS ❣️😘

    Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *