
Reúne todas las cualidades que San Ignacio le pide a un padre general, y es también un hermano jesuita muy querido, un gran compañero. En Camboya es muy estimado y, humildemente, tengo que decir que personalmente no sólo le aprecio y le estimo como amigo y compañero, le estoy muy agradecido por su cercanía y cariño a todos nosotros y a nuestra misión. Nos ha ayudado muchísimo en estos últimos 14 años, desde que la misión de Camboya se institucionalizó tras la primera presencia a través del servicio jesuita para los refugiados. Fue nuestro segundo superior mayor durante varios años, pero antes de serlo, desde el Japón, siempre fue muy cercano a nosotros, visitándonos. Nos apoyó dándonos su inspiración teológica y misionera con sus charlas y seminarios, interesándose por los pobres en Camboya, por nuestros apostolados, por nuestros retos…, y también dándonos los ejercicios espirituales anuales a nuestro equipo apostólico, que recoge tanto a jesuitas como a religiosos, religiosas y laicos.

He trabajado con él como superior y compañero. Su trato es siempre cercano, positivo, alegre y realista. Nunca faltan el sentido del humor ni las «chispas» de la presencia del Evangelio y de la presencia de Dios. Todo lo pone en la perspectiva primera de la relación con Dios. El Señor es lo primero.
En estos últimos años, en momentos de dificultad de nuestra misión en Camboya, siempre me he sentido animado y apoyado por él, con su espiritualidad, su trato y su visión profunda sobre las cosas. Por otro lado, si tiene que hacer alguna corrección fraterna, la hace con cariño y sin pelos en la lengua. En lenguaje directo y llamando las cosas por su nombre.
Hasta hoy era el presidente de la Conferencia de Provinciales de Asia-Pacífico, y su manera de gobernar ha sido excepcional. Hemos trabajado juntos la planificación pastoral a través del EAPI (East Asia Pastoral Centre), sus ideas son claras y el modo de proceder es delicado, abierto al diálogo, inspirado en el trato. Su preocupación por la Iglesia, la formación de los sacerdotes, la vida consagrada, el liderazgo en las comunidades y el diálogo interreligioso son parte integral de su vida.

La Iglesia entera y los jesuitas tenemos mucha suerte de tener al padre Nicolás como nuevo superior general de la Compañía de Jesús. Creo que su manera de ser, y con su visión sobre los retos del mundo, el padre Nicolás nos ayudará tanto al cuerpo de los Jesuitas como a la Iglesia general a seguir profundizando y afinando en nuestras vocaciones personales para tener un mejor servicio al mundo de hoy en colaboración y diálogo.
Enviado por Chusa Fanjul. Publicado en La Nueva España por Kike Figaredo sj, prefecto apostólico de Battambang (Camboya)
Padre General, natural de Palencia, Castellano de Palencia, provincia cercana a Salamanca…….