Te alabamos y te bendecimos,
Padre nuestro,
que en tu Hijo Jesucristo
has llamado a Pedro a seguirte,
le has revelado progresivamente
el misterio de su llamada,
el significado de su vida,
el término de su camino.
Padre, le has escogido porque le amabas:
le has guardado de los peligros,
has estado cercano a él en la prueba,
le has librado de las garras del adversario,
le has hecho pasar por el agua y por el fuego
y, después, le has concedido reposo y paz.
Te pedimos, Padre, en tu Hijo y por tu Hijo:
Tú que nos has llamado con amor eterno,
haz que conozcamos el misterio de nuestra vocación,
el sentido de nuestro camino,
el término de nuestra búsqueda.
Haz que nos sintamos amados realmente por Ti
y, por esto, nombrados, llamados, invitados.
Concédenos reconocer en Ti
el sentido y el significado
del camino de nuestra existencia,
de las vivencias alegres o tristes,
banales o excepcionales,
por las que caminamos.
Concédenos comprender
cómo cualquier vivencia nuestra
tiene la raíz, la fuente, la corriente,
en el corazón de Cristo,
en su contemplación, en su oración,
en su adoración en las montañas de Galilea.
María, madre de la contemplación,
guía nuestro camino
en el descubrimiento de
Cardenal Carlo María Martini (Oración enviada por Martín)
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