Hace poco tiempo recibí una llamada en la que me invitaban a unos talleres de espiritualidad, acepté sin dudarlo. Durante mi vida había realizado tareas de ese tipo, y no tenía ningún temor. Al llegar, de las otras 14 personas que me acompañaban, algunas tenían temor, e incluso fueron ‘forzados’ a su asistencia. El nombre era “el Reloj de la Vida’, que no sé por qué me trajo a la memoria el poema Jorge Manrique “Coplas por la muerte de mi padre” en donde escribió “Nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar, que es el morir”, aunque las inicia para poderlas entender todos “Recuerde el alma dormida avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida”. Digo esto porque ya al empezar se hablaba de las vidas personales de cada uno, de sus sufrimientos, sin dar ningún rodeo, yendo directamente a lo que estaba sucediendo en mi vida y en la de los otros 14 que me acompañaban. Hicimos el ‘menú’ de nuestra vida, dirigidos espléndidamente por Marcos, fue una explosión en mi corazón la que sentí, pienso que a todos les sucedió lo mismo, en los talleres en grupo, en solitario y en las puestas en común vi el alma de todos, mis sufrimientos y el de los otros. Fue hasta el final un rio de gratitud, amor, agradecimiento, sentí que un río de agua nos inundaba todas nuestras vidas, las anteriores y las que aún no sabemos cómo serán. La espiritualidad ignaciana de vivir las experiencias mías y de los otros nos empujaba a ser cada vez más conscientes del pasado, que perdonamos. Puedo contar que la carta que escribí, no la envié, pero al llegar a casa de nuevo la persona por medio de una red social me contacto, y lo ha hecho en otra ocasión. Dios estaba en nuestros corazones en todo momento del “el Reloj de la vida”.
No puedo seguir el orden de los talleres, en mi corazón se amontona todo lo vivido, con alegría, amor, agradecimiento y perdón. Me sentí perdonado de los ‘males’ que sin ser consciente ocasioné, también perdón real de los que me hicieron sangrar el corazón, que modificaron drásticamente mi vida, ¡perdonados! Al perdonar me di cuenta de que mi vida ha dejado huella, con más o menos profundidad. Me di cuenta de las miles de personas que pasaron por mi vida, de los que más cerca he tenido, de los más alejados, de cómo recordé a casi todos, del bien o del mal, que mi hicieron remover mis entrañas, darme cuenta de que muchos no me han olvidado. Del gran sustento que fueron mis padres y mis suegros, y muy destacada la mujer Mercedes con la que he vivido hasta su muerte, que supo en los peores momentos sacar capacidades, mías y suyas, para salir adelante. Me di cuenta que todo lo que soy se lo debo a ella que fue muy grande. La quise, la quiero y la querré como dije cuando en el taller tuve que es escoger la foto. Pienso por la puesta en común que todos sintieron algo similar, cayó nuestro miedo y nos abrimos a todos. Aprendí sin dolor que tengo que aceptar a las personas como son, me hablen o no, las seguiré queriendo. Sentí que Marcos expresaba en cada momento lo que el Señor nos quería transmitir. Hablo en plural porque en las puestas en común a pesar de las reticencias de algunos al inicio, también se vieron revueltas sus entrañas por lo que estábamos trabajando en los talleres. La voz de Marcos siempre era la adecuada para cada momento, incluso su gesto cuando decía después de expresarnos “gracias y el nombre del que terminaba de exponer”.
Sé que podría expresar más sentimientos, tengo todo mezclado en mi corazón, Zaqueo, la samaritana, el sepulcro vacío del Resucitado… no sufro, siento tranquilidad, amor, seguridad, paz, sin importarme las capacidades perdidas, siendo consciente de que puedo perder otras, incluida la memoria. Espero con tranquilidad el paso de la oscuridad a la luz, porque tengo el amor aquí y allí mucho más grande. No me importa llorar como lo estoy haciendo, es un llorar de alegría de nostalgia del futuro. Gracias a “El Reloj de la Vida”.
Jacinto Seara

Evaluación del Reloj de la Vida celebrado en Ourense del 4 al 6 de noviembre.
Qué gran ayuda la herramienta del Reloj de la Vida, es un tesoro para este tramo