La MISERICORDIA es un PROCESO

No conviene equivocarse: hay veces en las que quisiéramos creer que la misericordia es irrefutable, que se impone a la razón, como una conclusión matemática. Al contrario, el perdón y la misericordia son libres y gratuitos: no se pueden imponer y tampoco se pueden exigir a nadie. Podemos perdonar a alguien su falta sin comprender por qué actúa de esta manera. Podemos, por el contrario, comprender por qué ha actuado de esa manera, sin por ello perdonarle, y guardándole un profundo rencor.
Perdón y comprensión no son dos actitudes equivalentes. La comprensión puede llevarnos a una cierta complicidad. Puede empujarnos a ponernos del lado del culpable que está fuera de la ley moral, considerando que lo que ha hecho no es tan grave.
El perdón y la misericordia no se oponen a la verdad. Al contrario, necesitan la verdad para que la víctima se sienta reconocida en su sufrimiento, y que el agresor tome conciencia de lo que ha hecho. Perdonar no es encontrar excusas, o cerrar los ojos diciendo: “no es grave”. A veces decimos esto por respeto al dolor de esa persona o porque tenemos miedo a que el conflicto se acentúe.
El verdadero perdón, aquel que no deja huella en la relación con la otra persona, es el que dice: “es grave lo que ha pasado entre nosotros, pero nuestra relación es más fuerte que esto. Mi sufrimiento es profundo, pero te quiero más que todo eso”.

Por Fausto A. Ramírez en la Revista Fast. Sigue leyendo…

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