«De los muchos caminos con que un hombre cuenta para escapar del apaciguamiento, estos son seguramente los tres más importantes: la incondicionalidad de la lucha, el rescate de los muertos y la distorsión de la lengua. En su dimensión política, son tres formas espléndidas de encarnar la resistencia, junto a los otros hombres y mujeres de su tiempo.»
Sobre esas premisas se construyen los poemas de TABERNA ROJA, el último y recién publicado libro del poeta valenciano Enrique Falcón, sin duda uno de los máximos representantes de la actual poesía política en castellano. Si hace unos meses nos sorprendía con el volumen «Para un tiempo herido» (una antología de varios poemarios suyos publicados entre 1998 y 2008), Falcón da con este nuevo libro una nueva vuelta de tuerca a su proyecto de escritura, y a la espera todavía de que en breves meses se publique su monumental «Marcha de los 150.000.000», un poema de más de cinco mil versos de extensión que está considerado hito de una literatura dispuesta a resistir y no claudicar. «Taberna roja» continúa el propósito inicial del autor de elaborar una trilogía (ya arrancada con la publicación, en 2005, de «Amonal y otros poemas», y que estaría a punto de concluirse) ocupada en las «tres destrucciones de la conciencia contemporánea»: la violencia política, la tranquilización social y el miedo.
Segunda parada en este formidable trayecto, «Taberna roja» está dedicada a otro gran poeta social contemporáneo, Antonio Orihuela (nacido –curiosamente– el mismo día que nacía Falcón), y se divide en cinco calculadas secciones por las que el lector se ve conducido a través de los signos actuales de un tiempo (el nuestro) marcado por «la tranquilización de las conciencias en el contexto de una fuerte injusticia social», tal como en diversas ocasiones ha denunciado el autor. Los poemas que se estructuran a lo largo de estas secciones (recitados y presentes anteriormente en numerosas asambleas, colectivos políticos, foros sociales y eventos públicos) parten de la convicción de que el actual control imperial del mundo opera, en términos de Toni Negri, mediante tres medios globales y absolutos: la bomba, el dinero y el éter. Y así, en la parte central de este libro, Falcón sitúa esa constatación mediante un símbolo fecundamente poderoso: la codeína (un alcaloide similar a la morfina que se encuentra de manera natural en el opio y que, en medicina, forma parte del grupo de los analgésicos narcóticos y posee propiedades sedantes suaves), todo un «signo de nuestra época» en la medida en que la señala como tiempo para el miedo, la desactivación de los conflictos y una formidable pacificación social que en determinados lugares de su obra ensayística el mismo Falcón había denomidado «codeinización».
Sobre esas premisas se construyen los poemas de TABERNA ROJA, el último y recién publicado libro del poeta valenciano Enrique Falcón, sin duda uno de los máximos representantes de la actual poesía política en castellano. Si hace unos meses nos sorprendía con el volumen «Para un tiempo herido» (una antología de varios poemarios suyos publicados entre 1998 y 2008), Falcón da con este nuevo libro una nueva vuelta de tuerca a su proyecto de escritura, y a la espera todavía de que en breves meses se publique su monumental «Marcha de los 150.000.000», un poema de más de cinco mil versos de extensión que está considerado hito de una literatura dispuesta a resistir y no claudicar. «Taberna roja» continúa el propósito inicial del autor de elaborar una trilogía (ya arrancada con la publicación, en 2005, de «Amonal y otros poemas», y que estaría a punto de concluirse) ocupada en las «tres destrucciones de la conciencia contemporánea»: la violencia política, la tranquilización social y el miedo.
Segunda parada en este formidable trayecto, «Taberna roja» está dedicada a otro gran poeta social contemporáneo, Antonio Orihuela (nacido –curiosamente– el mismo día que nacía Falcón), y se divide en cinco calculadas secciones por las que el lector se ve conducido a través de los signos actuales de un tiempo (el nuestro) marcado por «la tranquilización de las conciencias en el contexto de una fuerte injusticia social», tal como en diversas ocasiones ha denunciado el autor. Los poemas que se estructuran a lo largo de estas secciones (recitados y presentes anteriormente en numerosas asambleas, colectivos políticos, foros sociales y eventos públicos) parten de la convicción de que el actual control imperial del mundo opera, en términos de Toni Negri, mediante tres medios globales y absolutos: la bomba, el dinero y el éter. Y así, en la parte central de este libro, Falcón sitúa esa constatación mediante un símbolo fecundamente poderoso: la codeína (un alcaloide similar a la morfina que se encuentra de manera natural en el opio y que, en medicina, forma parte del grupo de los analgésicos narcóticos y posee propiedades sedantes suaves), todo un «signo de nuestra época» en la medida en que la señala como tiempo para el miedo, la desactivación de los conflictos y una formidable pacificación social que en determinados lugares de su obra ensayística el mismo Falcón había denomidado «codeinización».
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