“La violencia no tiene la última palabra”.

Quienes tenemos fe en Jesús resucitado creemos que la violencia y la muerte no tienen la última palabra. A pesar de lo difíciles que sean las situaciones de violencia por las que podamos atravesar, siempre hay razones fundadas para la esperanza.

Con la violencia no gana nadie, todos perdemos, y el primero que pierde su  humanidad es el agresor. La violencia destruye, en primer lugar, a quienes la practican, creando una sociedad traumatizada, sin esperanza.

Llega un momento en que la persona atrapada en la violencia necesita pasar página de su pasado violento para no quedar atrapado permanentemente en las espirales de la violencia. Al abrirse a la gracia de Jesús resucitado la persona violenta recupera su humanidad, se libera de su culpa y se siente llamada a formar parte de la comunidad de personas reconciliadas-reconciliadoras.

¿Me creo de verdad que la violencia no tiene la última palabra?

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