Vivimos en sociedad con personas con las que podemos entrar en conflicto. La mayor parte de los conflictos los podemos resolver con una actitud de escucha y empatía. Escuchar al otro y ponernos en su lugar ayuda a comprender mejor las razones que le mueven y a realizar gestos
positivos que resuelvan el conflicto.
Hay conflictos que no se pueden resolver pero pueden ser transformados, bajando su intensidad, para que no generen demasiado dolor y sufrimiento. Se puede desescalar el conflicto a través de gestos que restablezcan la confianza entre las personas enfrentadas y disminuya la tensión hasta hacerlo soportable.
Durante la semana examino mi actitud ante los conflictos cotidianos de mi vida. Examino si actúo con humildad, reconociendo mi parte de culpa, o desde la prepotencia, situándome por encima de los demás y negando mi responsabilidad en el conflicto.
–¿Cómo actúo ante los conflictos de mi vida, con actitudes que los desescalan o con actitudes que los agrandan?
Que maravillosa herramienta y que necesaria.