Tócame en cada ascua,
Renuévame cada instante
En que me alientas el alma
Con tu ser pleno y constante
Como la luz inspirándose
De tu mente pura y clara
Y tu corazón brillante
Cuan raíz de humilde ara.
Que de nobleza insondable
eres en el prana el agua
Que se rebosa incesante
Cuando surge la mañana
Tras la noche silenciosa
De tu luz más fulgurante
Al irradiar las corrientes
Donde la energía asoma
Dando vida y siendo padre,
La fuerza más primorosa
Donde el universo toca
Lo cósmico y su talante
Manifestando tus notas
De dinamismo constante.
Culmíname con la cruz
Cuando resucite el ansia
De vivirte ¡buen Jesús!
Como tú vives y cantas.
Llévame con el cayado
Silenciosamente a casa
Porque sin ti, del cansancio
Nunca crecerán tus alas
Para explorar con tu espacio
El color de las moradas.
Padre que tienes el odre
De tu alma pura y blanca
Llenado de vid de vida
Y del celo que lo amparas
En el crisol de tu cuerpo
Cuando en Cristo se hace llama
Y por todo el cielo nuestro
Se dibuja, desparrama
El espíritu de Dios
Donde la tierra le mana
Hasta cantar a la vida
Y soñar al Padre nuestro
¡Tan profundamente nuestro
Que nos habitas el ser,
Y en el alma eres concierto
Para ser y amar con él
La fruición del universo
Cuando te fundes en mí
Y con todos, eres nuestro,
EL PADRE QUE HABITA EN MÍ.
(M.García)
0 comentarios