Para ser una buena bailarina solo hace falta saber hacia dónde nos lleva el baile, estar alegres y, por encima de todo, nada rígidas. Solo ser una prolongación ágil y viva de Tu y recibir a través tuyo, el ritmo.
No tienes que querer avanzar sea como sea, sino que tienes que aceptar poder dar la vuelta, ir de lado, saber pararse…
Asimismo, a veces olvidamos la música de tu Espíritu. Y hacemos de nuestra vida, un ejercicio gimnástico.
Olvidamos que, en tus brazos, la vida es una danza, que tu voluntad es de una fantasía inimaginable. Y que solo hay monotonía y aburrimiento para los espíritus envejecidos y mirones.
Ruah, estamos a punto para danzar en esta tarea que ahora vamos a empezar. Haznos vivir nuestra vida no como un juego de ajedrez donde todo está calculado. No como una competición. Donde todo es difícil, sino como una fiesta sin fin donde renovemos nuestro encuentro contigo.
Como una danza, como un baile, en los brazos de tu gracia, en la música universal de tu Amor.
Ruah, ven e invítame a bailar.
Propuesta de oración desde el grupo de Mujeres en Diálogo de CVX-E.
Fuente: Madeleine Delbrêl
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