Nuestra sociedad necesita, más que nunca, pasar de una cultura de la hostilidad que considera al otro como enemigo o competidor, generando dolor y sufrimiento, a una cultura de la hospitalidad donde el otro se sienta acogido, escuchado y aceptado como es, en su diversidad.
La palabra hospitalidad viene del latín “hospes” que significa invitado o extraño. En el mundo griego y romano estaba considerada como una virtud que consistía en dar la bienvenida al extraño y proporcionarle alimento, cobijo y seguridad.
En los evangelios nos encontramos con la Parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37) en la que Jesús nos enseña cómo ejercer la hospitalidad con un forastero que ha sufrido un acto violento. Lo primero que tenemos que hacer es estar atentos a las situaciones de violencia que nos podemos encontrar en nuestra vida y no pasar de largo. Lo segundo es acoger y escuchar a la persona que ha sufrido violencia para que no se sienta marginada o excluida. Por último, se trataría de sanar las heridas producidas por el conflicto para que la persona pueda levantarse de nuevo y volver a vivir una vida plena.
Si queremos superar los conflictos y sanar las heridas que éstos dejan en las personas es imprescindible crear comunidades donde se viva la hospitalidad. Es necesario crear comunidades refugio donde la persona que ha sufrido violencia, o que la ha ejercido y se ha arrepentido, pueda pasar página de su pasado violento, se sienta escuchada, acompañada, pueda sanar sus heridas y recuperar su dignidad.
Los cristianos, tras haber experimentado la acción transformadora del espíritu de Jesús en nuestras vidas, curando nuestras heridas, estamos llamados a vivir como personas reconciliadas-reconciliadoras, creando relaciones justas a nuestro alrededor, generando redes de solidaridad y creando comunidades donde se viva la hospitalidad.
¿Me alejo de una cultura de la hostilidad que considera a los otros como enemigos o competidores?
¿Cómo contribuyo en mi vida diaria a generar una cultura de la hospitalidad donde el otro se sienta acogido, escuchado y aceptado?
0 comentarios