¡Cuántas veces nos encontramos dándole vueltas a un tema que no nos dejó tranquilos/as! A veces, nos tenemos que decir que “basta ya”, que cómo es que aunque haya pasado tanto tiempo, seguimos sin perdonarnos aquella mala decisión, aquella respuesta airada o aquella rabia que nos sacó lo peor de nosotros mismos/as.
La mirada de Jesús no es tan estricta y perfeccionista como la nuestra. Hasta se atreve a cuestionar las leyes de su época. Él traspasa todos estos filtros y condicionamientos que nos imponemos para querernos de verdad, para ser tan ideales como soñamos. Él nos quiere tal como somos.
Por eso es tan importante descansar y confiar, dejarnos acariciar y querer por el Amor Absoluto, por la entrega incondicional y el enamoramiento que Dios siente por cada uno de nosotros/as. Descansar en el principio y fundamento de nuestras vidas. Estar bien anclados en quien nos ama con locura y pedir su mirada cariñosa para con nosotros mismos/as.
¿Por qué nos es tan difícil perdonarnos a nosotros mismos/as? ¿Por qué no aprendemos de quien nos perdona sin límites y nos comprende siempre?
0 comentarios