Contacto con mis heridas: reconocerme amada y perdonada

En la vida sufrimos diferentes heridas que pasan a formar parte de quienes somos. Hay heridas que vienen de sucesos externos, como las pérdidas o injusticias que vivimos. También existen otras que se producen por nuestras propias sombras, por esas veces que actuamos dañándonos a nosotros mismos o a los demás, ya que como seres humanos no somos perfectos y tenemos nuestros límites.

El amor infinito de la Fuente de Vida, de Dios para los que creemos, nos invita a asumir y reconocer el mal o dolor que causamos. Seguimos siendo dignos de ser amados, incluyendo las sombras que habitan en nosotros, de forma que al reconocerlo podemos experimentar una culpa que libera. Esta liberación es el perdón (cuya etimología es el don o regalo total, completo), el alivio que se otorga gratuitamente al colaborar con el amor excesivo de la Fuente de Vida.

Reconocernos amados y perdonados en nuestras limitaciones nos prepara para poder perdonar a los demás. Y de esta forma, relacionarnos y vincularnos con nuestras heridas desde una postura que nos ayude a crecer y construir.

¿Reconoces las heridas que produces, en los demás o en ti? ¿Sientes el amor excesivo y profundo ante estas heridas?

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