Señor Jesús, ayúdame,
porque quiero ser más sensible
a las necesidades del hermano.
Quiero ser capaz de decir:
“¡Nada necesito! ¡Nada tengo!
Toma, hermano, de lo mío.
Pues no es mío, sino de ambos,
de todos los hijos de Dios, Padre”.
¡Ayúdame, Señor, pues soy débil y egoísta!
Y mis propósitos suelen quedarse en eso, en propósitos,
en intenciones, que por mis limitaciones,
mis miedos, mis comodidades,
sin tu apoyo, sin confiarme en tus manos,
rara vez llegan a convertirse en obras.
Sé, Jesús, que estás junto a mi, a mi lado.
Y por eso tengo la esperanza de que,
día a día, paso a paso, lograré solidarizarme
con mis hermanos los hombres.
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