Jn 8, 1-11.
1 Jesús se fue al Monte de los Olivos.
2 Al alba se presentó de nuevo en el templo y acudió a él el pueblo en masa; él se sentó y se puso a enseñarles.
3 Los letrados y los fariseos le llevaron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio, 4 le dijeron:
– Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio; 5 en la Ley nos mandó Moisés apedrear a esta clase de mujeres; ahora bien, ¿tú qué dices?
6 Esto se lo decían con mala idea, para poder acusarlo. Jesús se inclinó y se puso a escribir con el dedo en el suelo.
7 Como persistían en su pregunta, se incorporó y les dijo:
– Aquel de vosotros que no tenga pecado, sea el primero en tirarle una piedra.
8 Él, inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo.
9 Al oír aquello, se fueron saliendo uno a uno, empezando por los ancianos, y lo dejaron solo con la mujer, que seguía allí en medio. 10 Se incorporó Jesús y le preguntó:
– Mujer, ¿dónde están?, ¿ninguno te ha condenado?
11 Respondió ella:
– Ninguno, Señor.
Jesús le dijo:
– Tampoco yo te condeno. Vete y, en adelante, no vuelvas a pecar.
Ninguna condena en nombre de Dios. Fray Marcos.
Todos necesitamos perdón. J. A. Pagola.
La ley y la persona. E. Martínez Lozano.
Jesús da la cara por una mujer desconocida. J. E. Galarreta.
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