Más sencilla, más sencilla,
sin barroquismos, sin añadidos ni ornamentos;
que se vean desnudos los maderos;
desnudos y decididamente rectos.
Los brazos, un abrazo hacia la tierra;
el mástil, disparándose a los cielos.
Que no haya un sólo adorno
que distraiga este gesto,
este equilibrio humano de los dos mandamientos:
Amarás al Señor tu Dios:
ese es tu Padre,
y al hombre que es tu hermano.
Más sencilla, más sencilla,
hazme una cruz sencilla, carpintero.
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