Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.
Orar en Domingo:
– Que el Señor tienda su mano y nos limpie, por José María Maruri sj
– Sentir lástima, ser compasivos, por Fray Marcos
– ¿Y tú, qué quieres?, por Javier Leoz
– El leproso, un maestro de Jesús, por XP
– Amigo de los excluidos, por JAP
– Compasión, por Enrique Martínez Lozano
– Jesús, impuro, por José Enrique Ruiz de Galarreta sj
– Déjate curar, por Ángel Moreno de Buenafuente
– Si quieres puedes limpiarme mi enfermedad, por Hermánn Rodríguez Osorio sj
– Sentir lástima, ser compasivos, por Fray Marcos
– ¿Y tú, qué quieres?, por Javier Leoz
– El leproso, un maestro de Jesús, por XP
– Amigo de los excluidos, por JAP
– Compasión, por Enrique Martínez Lozano
– Jesús, impuro, por José Enrique Ruiz de Galarreta sj
– Déjate curar, por Ángel Moreno de Buenafuente
– Si quieres puedes limpiarme mi enfermedad, por Hermánn Rodríguez Osorio sj
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