Vivir anclada a la luz sin dejarme atrapar por mis propias sombras

Todas las personas somos conscientes de que existen sombras en nuestro interior, cómo nos atrapan y cómo, en ocasiones, nos llevan a dar nuestra peor versión.

Sin embargo, junto a esto, hemos de ser conscientes de que somos hijos y fruto de la luz y del amor. Nacemos vinculados, ya que somos fruto de un vínculo y cada una de nuestras células nos recuerda a quiénes pertenecemos y quién nos dio amor y vida. Y el estar anclados a tanto bien recibido y a tanto amor, da una dimensión de grandeza al sabernos hechos a imagen y semejanza del Creador.

El mal que cada uno causa es algo de lo que no podemos escapar. Reconocer que contribuimos al mal y al conflicto es necesario. Pero debemos hacerlo estando anclados a la luz de quien nos creó, a nuestra Fuente de Vida. Ver el desorden que se produce en nosotros y que ocasiona dolor unidos a la mirada compasiva y amorosa del Creador, nos da la oportunidad y nos impulsa a no romper los vínculos con nosotros mismos y a no maltratarnos. Sí, experimentamos que causamos heridas cuando nos pasamos a nuestras sombras, a nuestra peor actualización, pero no podemos quedarnos ahí: hemos de volver a la luz del amor y reconocernos limitados estando unidos a nuestro yo más profundo que no desea el mal. Volver a anclarnos en la luz y no dejarnos enredar en nuestras sombras.

¿Te atreves a salir de tus sombras bien unido/a a la mano que nos sostiene siempre desde la luz? 

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