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1.7 Predicar el Evangelio.
– Cada persona es invitada a responder la llamada de Cristo desde sus circunstancias particulares: ser amado por Dios se traduce en ser enviado de Dios.
– La misión no es una actividad más, sino que es constitutiva de la identidad cristiana. La vocación CVX implica estar en misión. Esto significa que toda nuestra vida, nuestras actividades y nuestros espacios (familiares, profesionales,…) se nutren del envío de Cristo.
– Tras hacer un análisis de la realidad, la CVX aplica criterios ignacianos para el discernimiento apostólico y marca clara preferencia a las llamadas más urgentes y universales, como son los esfuerzos por la liberación de las barreras discriminatorias entre ricos y pobres, la evangelización de la cultura y la unidad de los cristianos.
– El amplio ámbito de la misión hace que en CVX el discernimiento apostólico personal y comunitario sea una actividad irrenunciable. Se practica evaluando con el Señor las llamadas a servirlo en los demás y reconociendo la voz de Dios en las necesidades del prójimo.
1.8 Un cuerpo apostólico.
– El mundo al que somos enviados reclama de nosotros una corresponsabilidad en la misión. La contemplación del mundo sufriente, el contacto con la realidad y las experiencias apostólicas de servicio nos inspiran a articular nuestra misión como un solo cuerpo para trabajar por el Reino de Dios con mayor fruto y de modo más universal.
– Para compartir la responsabilidad en la misión, se requiere discernir juntos, enviar y ser enviados, apoyarse y acompañarse mutuamente, y finalmente, evaluar el servicio prestado, es decir, el DEAE.
Cuando una comunidad vive este proceso, comparte también la responsabilidad por aquellas misiones que encomienda a sus integrantes, transformándose así en un cuerpo apostólico.
1.9 Corresponsables para un mejor servicio.
– Nuestra espiritualidad nos tiende valiosos puentes de colaboración con quienes la comparten: la Compañía de Jesús así como también con otras congregaciones religiosas y movimientos laicales.
– Reconocemos a la vez el valor de otras iglesias y religiones, con quienes colaboramos con el fin de crear un “mundo más divino”. Igualmente, colaboramos con diversas instituciones y personas de la sociedad civil que promueven un “mundo más justo”.
1.10 Opción preferencial por los pobres.
– Jesucristo vivió pobre y luchó contra las causas estructurales de la pobreza y marginación. Nosotros compartimos su opción preferencial por los pobres y deseamos que ésta transforme nuestro estilo de vida y se exprese en un compromiso efectivo y solidario con quienes más sufren y no son tomados en cuenta.
– El mensaje divino y la salvación son universales: no excluyen personas ni grupos. Sin embargo, la opción por los pobres se basa en que Dios ama y cuida a quienes la sociedad margina, pues los pobres son los protagonistas de la construcción del Reino de Dios.
– Nuestra opción preferencial por los más pobres nos anima a acercamos a nuestros hermanos marginados y excluidos para conocer sus inquietudes y proyectos y colaborar con ellos en la generación de relaciones más humanas. El cambio radical de las circunstancias de injusticia en que viven los marginados es el criterio clave de evaluación de nuestra identificación con Cristo y de la efectividad de nuestra acción apostólica.
Continuará…
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