Las PREGUNTAS que LLEVAMOS DENTRO, por Josep Giménez sj

1.1. «¡Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto!»
Ante la muerte, especialmente la muerte de nuestros seres queridos, se nos amontonan las preguntas. Una primera pregunta sería: ¿dónde “están” los seres queridos que la muerte nos ha arrebatado? Una segunda pregunta: ¿dónde “estaremos” nosotros cuando nos pase lo mismo? Preguntas de difícil respuesta que nos dejan en la incertidumbre y en la angustia.
1.2. Adiós a la utopía
Ya pasaron los tiempos en los que a nuestros padres se les humedecían los ojos cuando cantaban aquello de: «habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga “Libertad”».

Ahora, más bien, seducen aquellas cáusticas palabras: «Dios ha muerto; Marx, también… y yo últimamente no es que me encuentre muy “fino”, que digamos…». ¿Qué se hizo de la utopía?
Y ¿qué decir del sufrimiento habido? ¿Y de las víctimas que, en su presunta marcha triunfal, el progreso ha dejado por el camino? ¿Tendrán sitio en el banquete mesiánico del que habla el profeta (Is 25,6)? ¿No dice el profeta que Dios enjugará todas las lágrimas (Is 25,8)? ¿O, más bien, habrá que pensar que algunas lágrimas las secará el paso del tiempo -que, presuntamente, todo lo cura– dejando posos de dolor, intocados e intocables, dispuestos a revivir a la mínima de cambio?

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