Espiritualidad ignaciana y sociedad

Partiendo de la Autobiografía de Ignacio de Loyola, tratamos de adentrarnos en su vida interior y en su proceso de conversión.

La CVX quiere sumarse a la misión de la Iglesia ofreciendo la espiritualidad ignaciana a la sociedad como medio para unir fe y vida,
y junto con todas las personas de buena voluntad unirse a la misión de construir lo que nosotros llamamos “el Reino de Dios”: sanar y reconstruir un mundo herido y roto, atenazado por la desigualdad, la incertidumbre y acosado por los que usan el odio y el miedo en su propio beneficio.

La iglesia es parte de la sociedad y es necesario entablar un diálogo entre ambas para acoger, acompañar y sanar las realidades más vulnerables y sufrientes de nuestra sociedad herida: desigualdad, pobreza y miseria; injusticia, maltrato, abusos, drogadicción, guerras…

Por la fe tenemos la profunda convicción, de que Jesucristo llenó la existencia humana de posibilidades insospechadas. Él es y representa; la humanidad que levanta la cabeza.

La espiritualidad es la vida en el Espíritu; a la que nos invita San Pablo en la Carta a los Gálatas (Gal 5, 18), como camino de seguimiento del Jesús del evangelio: camino, verdad y vida; (Jn 14,6) para la humanidad.

Este contacto con los más necesitados es una oportunidad de conversión personal que sin duda repercutirá en nuestra sociedad y quizá pueda facilitar que emerja una mayor toma de conciencia de la llamada que se nos hace en el Evangelio a seguir a Cristo pobre, humilde y humillado.

Próximas actividades