EXPERIENCIA de PEDRO BOLAÑOS cvx en su visita a FÁTIMA

Para nosotros, Mariluz y yo, la escapada a Fátima, el pasado domingo 17, ha sido toda una estrategia: Dejamos en Málaga a nuestros dos hijos, al cuidado de la familia de María de Mar y Fran, también cvx, y partimos rumbo a Portugal el sábado en la mañana. Debíamos llegar a Lisboa, donde pasaríamos la noche, para que el domingo pudiéramos ir a Fátima, pasar el día allí, regresar a Lisboa a dormir y partir de nuevo hacia Málaga el lunes por la mañana. Las ganas que teníamos de poder hacernos presentes allí compensaron todo el esfuerzo.
La llegada a Fátima fue curiosa. Nos llamó la atención la gran cantidad de coches y personas que íbamos viendo a medida que, una vez salidos de la autopista, nos encontrábamos camino al santuario. Después de un par de vueltas, llegamos por fin a la casa sede de nuestra asamblea mundial. Dejamos el coche y nos metimos en el maremagnun. Había una cierta emoción flotando en el ambiente, en donde íbamos viendo cada vez más a gentes de las más diversas razas y culturas, muchos de ellos ataviados con sus trajes tradicionales. Fue muy gratificante poder encontrarnos allí con un grupo de compatriotas, amigos CVX de Sevilla, de Pamplona, de Barcelona, de Coruña y de Salamanca. Y cómo no, nos pusimos a buscar a nuestros compañeros de la delegación, los traductores, los voluntarios. Abrazos cariñosos entre unos y otros: de unos por encontrarlos bien y contentos, con mucha alegría interior que rebosaba; de otros, por sentirse acompañados, cuidados por los que venían de lejos para estar al tanto de ellos.


Yo ya tuve la gran suerte de vivir la asamblea de Nairobi e iba con muchas ganas de saludar a tantos y tantos amigos. Fueron muchos saludos y muy cariñosos. Reencuentros con hermanos de cvx que aún en la lejanía geográfica y temporal han estado muy cerca de mí desde aquella experiencia compartida hace 5 años. Ya sabemos que nuestra comunidad es mundial, pero sin duda, en una asamblea como ésta es donde se hace posible visualizarla, experimentarla. La variedad y diversidad que al mismo tiempo es unidad. Una asamblea que es a su vez, un botón de muestra de algo mucho más grande, de miles y miles de personas de todo el mundo, cada una de ellas con su historia, su realidad, sus esperanzas, y todas ellas, con una misma vocación que es también la mía.
La misa compartida por todos, donde los delegados y los visitantes éramos todos los de cvx en torno al altar, fue una experiencia de gozo. Una celebración cuidada para que todos los que estábamos pudiéramos disfrutar de ella, en la que nuestro Asistente Mundial el P. Adolfo Nicolás, recientemente designado por la Santa Sede, se nos mostró sencillo y cercano al mismo tiempo que profundo y lúcido en sus palabras. Compartimos la paz, el Pan y el Vino y la alegría se hizo más manifiesta.

Durante la comida, que fue algo informal, pudimos seguir saludando y charlando unos con otros. Nos dieron varias horas, pero nos faltó el tiempo. En ese momento, muchos, por no decir todos, revoloteaban alrededor del P. Nicolás para hacerse su foto. Me admiré de la paciencia que tuvo con todos, sin perder su sonrisa en ningún momento y casi si probar bocado. Aunque también es verdad que otros apenas lo probamos, no porque faltara qué comer, sino porque nos interesaba más hablar con unos y otros, disfrutar del momento y de la compañía.

Más tarde, tal como estaba previsto, nos encaminamos hacia el santuario de Fátima para visitar a la Virgen, celebrar una procesión Eucarística y compartir una oración comunitaria todos los de la CVX junto a Ella. Quizá para algunos, este tipo de manifestaciones nos resulten algo extrañas porque nuestro estilo de oración es otro. Sin embargo, resultó un momento de oración muy sentido. En la procesión acompañando al Santísimo nos juntamos con muchas más personas, peregrinos al santuario, ignorantes de que estaba la cvx allí caminando con ellos. Más o menos lo que pasa en muchas de nuestras iglesias locales.
A las 19 horas, los delegados de la asamblea tuvieron que regresar al trabajo. Nos despedimos de ellos con mucha emoción y agradecimiento. Habíamos pasado unas horas preciosas y nos costó separarnos, pero la misión les llamaba. Los demás, sin tanta prisa, nos quedamos un rato más para poder visitar con calma el santuario y luego, cada uno, partir hacia su destino más o menos lejano.
Aún estoy saboreando la experiencia vivida. Y le doy gracias Dios por ella. Aún queda trabajo en Fátima, y necesitan de nuestra oración. Acompañémosles rezando por ellos y la CVX.

Pedro Bolaños Armas cvx

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