JESUITAS

Artículo publicado hoy por Arturo San Agustín en El Periódico

Ha estado en Barcelona el jefe de los jesuitas, es decir, el padre superior Adolfo Nicolás, palentino que durante nueve años vivió en nuestra ciudad. Concretamente, de los 4 a los 13 años. Vivió muy cerca del parque Güell, que es espacio inquietante. Casi todas las obras de Gaudí pertenecen al género llamado de terror.Para el padre Nicolás, que tiene el perfil austero, culto y dialogante, como casi todos los verdaderos jesuitas actuales, aquellos años barceloneses suyos fueron “los años de aprender a jugar”. Hacía tiempo que no escuchaba una definición tan certera de lo que deberían ser todas las infancias: los años de aprender a jugar. Ya solo algunas gentes de la Iglesia católica saben utilizar bien las palabras. Aprender a jugar. No hace falta hispanoamericanizar la definición. Aprender a jugar.

Yo, a los jesuitas, llegué con el economista Luis de Sebastián y con aquel Ignacio Ellacuría a quien asesinaron en El Salvador. Llegué con ellos y sigo con mi amigo el historiador Josep Maria Benítez, que es quien me ha enseñado Roma, que no es una ciudad sino una asignatura. O mejor, un doctorado. Quizá solo un jesuita, como el padre Nicolás, es capaz de decir que la religión, vivida en profundidad, es una energía, no una serie de obligaciones. O que la preocupación principal de los verdaderos sabios siempre ha sido la misma: intentar reducir el nivel de violencia y el nivel de injusticia.

El padre Nicolás, que durante muchos años vivió en Japón y Filipinas, sabe lo que dice cuando habla de diálogo, de la necesidad de diálogo. Diálogo con otras culturas, con las otras religiones. “Para la Iglesia, el reto en Europa es con el islam, aunque creo que a la larga va a ser con el budismo”. Y puesto que la solución para casi todo es el diálogo, lo que el padre Nicolás propone es que seamos “personas dialogadas”.

En estos tiempos nuevamente revueltos siempre es grato escuchar en un ámbito casi empresarial como Esade que la prioridad de las universidades de los jesuitas es formar ciudadanos comprometidos.

No sé si todas las corbatas que escuchaban entendieron.

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