V DOMINGO del TIEMPO ORDINARIO

Lectura del Evangelio de Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la Sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios; y como los demonios lo conocían no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marcho al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
–Todo el mundo te busca.
Él les respondió:
— Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.
Orar en Domingo:
Hacer lo que se pueda, por José María Maruri sj
El soporte humano de la fe, por B. Caballero
A la puerta de nuestras casa, por JAP
El valor de lo gratuito, por Luis Gracieta
¿Evangelizas? ¡Sirve!, por Javier Leoz
Comentario, de J. Garrido
Cuerpo espiritual y silencio creador, por Enrique Martínez Lozano
Encontrar un cura que reza, por A. Pronzato
Oración y curación, por José Román Flecha
Jesús luchando contra el mal, por José Enrique Ruiz de Galarreta sj

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