VII DOMINGO del TIEMPO ORDINARIO

Del Evangelio de Marcos 2, 1-12
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando a un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron el techo encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:
– Hijo, tus pecados quedan perdonados.
Unos letrados, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:
– ¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados fuera de Dios?
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
– ¿ Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico “tus pecados están perdonados” o decirle “levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues para que veáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados…
Entonces dijo al paralítico:
– Contigo hablo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo:
– Nunca hemos visto una cosa igual.

Orar en Domingo:
Súplica del perdón, por Ángel Moreno de Buenafuente
La limpieza de alma y cuerpo, por José María Maruri sj
El paralítico de Cafarnaúm: Perdón y curación, por XP
Levántate, toma tu camilla y vete a casa, por Hermann Rodríguez Osorio sj
Aprender de los males, por Enrique Martínez Lozano
Abriendo boquetes, por Javier Leoz
No pierdas el tiempo pidiendo perdón a Dios. Perdónate a ti mismo y perdona siempre a los demás, por Fray Marcos
Curador de la vida, por JAP
Dios, el que me cura de mis pecados, por José Enrique Ruiz de Galarreta sj

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