“Tocar la herida” viendo desde el dónde y el cómo.

En todos los conflictos hay heridas que producen dolor y sangran. Salir de nuestro confort para acercarnos al sufrimiento del otro es un gran esfuerzo. Es ponerse en camino hacia algo que nos va a transformar, nos va a “tocar” por dentro. Y mucho más cuando nos acercamos al sufrimiento del adversario.

No nos encerremos únicamente en la herida propia y en el dolor que se me ha producido. Completemos el círculo del conflicto y tratemos de verlo y sentirlo desde todos sus prismas.

Para ello, prepárate, intenta salir de tu espiral de dolor y ponerte en la piel del otro. Con respeto, con cariño, desde lo más profundo que hay en tí.

¡Atrévete a tocar la herida del otro!

Recuerda que somos diferentes, pero somos hermanos y nos une mucho más de lo que nos separa. Hasta con tu adversario. Devuélvele la dignidad y siente su herida.

¿Te atreves a tocar la herida del otro?

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