Experiencia Tarik Emaús verano 24

Comenzamos esta crónica agradeciendo a CVX por la oportunidad de conocer la realidad migrante entre dos orillas. Dos orillas y dos mundos.

Somos un grupo de cinco personas que hemos realizado una experiencia de contemplación de la realidad de la frontera sur, conviviendo con las comunidades jesuitas de Almería y Nador. Hemos podido ver una parte de la realidad a la que habitualmente nuestra mirada no llega.

Comenzamos la experiencia con un momento de oración personal en el que se nos invitaba a transformar la mirada y a prepararnos para descalzarnos y pisar tierra sagrada y así lo fuimos comprobando durante el viaje.

En Almería, acompañados por Joaqui, Dani y Seve, conocimos el trabajo del SJM y otras entidades para dar esperanza y dignificar a las personas que han llegado a nuestro país buscando un futuro mejor. Muchas de ellas siguen sufriendo injusticias, salarios indignos, duras condiciones de trabajo, falta de vivienda… Parece que el viaje a ese futuro mejor no acaba con la llegada a España. Ha sido una experiencia dura e impactante contemplar dónde viven, dónde trabajan y los problemas a los que tienen que hacer frente por el hecho de ser personas migrantes.

También hemos conocido la otra cara de esta dura situación. Las personas que con su trabajo dignifican y dotan de esperanza cada rostro e historia de vida de los procesos migratorios. Como nos contaba una de ellas, ese trabajo es apasionante y, como toda pasión, también tiene parte de cruz. Paco, de CVX Almería, y Juan, voluntario de verano en el SJM de Níjar, se sumaron esos días a la experiencia en tierras andaluzas.

Y cruzamos a la otra orilla. Con nuestro pasaporte y nuestro privilegio de ser europeos. Y nos volvimos a descalzar para pisar tierra sagrada. Tierra herida alrededor de la valla (las vallas) que separan Nador de Melilla. Del Mar que separa África de Europa. Mar y vallas que separan pobreza e injusticia de sueños y esperanza. Y ahí vuelve a estar la Iglesia, encarnada en rostros como Trini, Auxilio, Ana, Maira, Mariana, José Luis o Juaco, que hacen de la Delegación Diocesana de Misiones una Betania para las personas que tienen que dejar a sus familias y sus raíces para emprender el viaje a un lugar más seguro y con mayores oportunidades.

Ojalá esta realidad no nos sea indiferente y seamos también rostro de esperanza para las personas que nos encontramos en nuestro día a día. Ojalá seamos capaces de mirarnos como Jesús nos mira, con esa mirada cariñosa y acogedora para seguir acompañándoles en su viaje, que al final es un viaje compartido hacia otra iglesia posible y otro mundo posible más justo y solidario.

Firmado

Ángela Cases (Madrid), Henar Gutiérrez (Donosti), Lucila Bergareche (Madrid), Pablo Menéndez (Zaragoza) y José Luis Barreiro (Vigo)

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