“La inteligencia como construcción colectiva”

LA INTELIGENCIA NO ESTÁ ENTRE LAS OREJAS, SINO ENTRE LAS NARICES.

Los seres humanos somos limitados.  De hecho, en el momento del nacimiento, somos los más desprotegidos de todos los seres vivos.  Siempre necesitamos de los demás, y no sólo para atender a nuestras necesidades materiales, sino también a nuestro propio desarrollo como personas.

Desde Aristóteles (El hombre es un ser social por naturaleza), y pasando por Santo Tomás de Aquino (No es posible para un solo hombre llegar al conocimiento de todas las cosas mediante su razón individual.  Por eso necesita vivir en comunidad), siempre ha existido conciencia de este carácter y estas limitaciones.

Hoy sin embargo vivimos en una exaltación del yo individual (impossible is nothing; si puedes soñarlo, puedes hacerlo), en un infantil intento de convencernos de que somos ilimitados.

Es un hecho que todos tenemos nuestra propia percepción de la realidad, que puede ser acertada, pero siempre será parcial.  Únicamente en unión a otros podremos llegar a una imagen de esa realidad más acorde con lo que realmente ha ocurrido.  A ello hace referencia la frase del título: la verdadera inteligencia, la verdadera sabiduría, no se encuentra dentro de ninguno de nosotros, sino en la colaboración y el encuentro con otros.

Por ello, ábrete a los demás, colabora para llegar a un conocimiento superior.

Y en situaciones de conflicto eso implica que debes esforzarte en hablar, aunque puedas temer no ser comprendido (o incluso escuchado).  Pero sobre todo debes esforzarte en escuchar a los demás, especialmente a quienes piensan de un modo diferente a ti.  Por algo tienes dos orejas y una boca.

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