Me sugieren escribir un artículo sobre la asamblea, desde la mirada del equipo que hemos trabajado en las recomendaciones, y lo primero que me surge es un profundo agradecimiento. Agradecimiento a mi comunidad por la confianza depositada, agradecimiento al consejo por la invitación realizada, agradecimiento a mis compañeras Noelia y María Noel por su talante, compromiso, por hacerlo fácil -incluso disfrutado-, por la relación creada y, por supuesto, al Espíritu (la Ruah) por el tremendo regalazo de vivir una experiencia como es una asamblea nuestra, y verle, sentirle en plenitud de su Hacer. Os aseguro que esa semana la Ruah no tuvo vacaciones😉.
Lo segundo que destacaría, es el inmenso trabajo que ha habido antes de este encuentro, en la documentación realizada, en cada uno de los testimonios planteados, en la planificación de los espacios, en el tiempo dedicado a pensar en las personas, en cada uno de los compañeros y compañeras. En el trabajo que ha habido durante la propia asamblea, en la conducción de la misma, la adaptación de los tiempos, el acompañamiento a los equipos de trabajo, la facilitación de los materiales… Mila esker al consejo saliente y a cada una de las personas que han estado involucradas en ello, bihotzez.
Lo tercero es la conformación de una comunidad en discernimiento, de un inicio de personas que se reconocen o que perciben algo común, a sentirse un mismo cuerpo donde ya no determina de qué comunidad vengo o cuál es mi opinión, sino que pasamos a un pálpito conjunto que levanta la cabeza y mira hacia dónde está llamada la comunidad en los próximos años.
Este último aspecto es lo que yo he vivido fundamentalmente como miembro del equipo de redacción de las recomendaciones. He percibido el paso y la evolución realizada de un yo a un nosotros, de un individuo a un cuerpo. Del crecimiento en confianza, de confianza en mis compañeros y compañeras, de confianza en Dios y de confianza en cómo nos transforma según el Espíritu sopla. Esto se concreta en ser capaces de mirar “la recomendación que yo traía”, “la que mi comunidad aportaba”, … a reconocer las recomendaciones que la comunidad en discernimiento y asamblea va descubriendo. Este descubrir no surge de la nada, hay base, hay sentires, pero se transforman… hay nuevas llamadas, pocas, pero las hay. Hay nuevas redacciones, hay trabajo para atender a los qués y no tanto a los cómos -que ya irá descubriendo el nuevo consejo-, hay cuidado para respetar el espíritu de las recomendaciones, lo que se siente y transmiten en lo profundo. Hay mucha, mucha escucha. Hay mucho, mucho cariño. Y, por qué no, un orgullo humilde (¿es posible?) por ser parte de esta comunidad.
De una comunidad en España liderada por una mujer joven (decirle joven me hace joven, je – pero me refiero al contexto eclesial-), que forma parte de una Iglesia femenina, porque lo es su mayoría comunitaria, que anhelamos que sea cada vez más inclusiva y cada vez más sinodal.
Asier Arpide Etxano
Arrupe Elkartea KBE – CVX en Bilbao, Basauri, Durango y Vitoria
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