Es tan difícil acertar con el botón adecuado… No queremos resignarnos a aceptar la injusticia (y no debemos) pero a la vez, no queremos seguir nuestro instinto primario de responder desde la rabia o el enfado.
Jesús nos trajo un buen ejemplo de ello cuando estaba siendo maltratado antes de ir a la cruz: “Si he hablado mal demuéstralo, y si no lo he hecho, ¿por qué me pegas?”.
Jesús nos enseña a no ser sumisos ni aceptar lo inaceptable, pero sin quitar la dignidad de persona ni destruir al que está enfrente.
Jesús nos invita a ser mansos y no ejercer ningún tipo de violencia, a no romper los vínculos con las otras personas, pero demostrando que no estamos dispuestos a aceptar lo injusto.
¿Te atreves? Fácil no será, pero con la ayuda del Espíritu podemos intentarlo.
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