Desde el Equipo de Migraciones de CVX España os animamos, con motivo del Día Mundial del Refugiado, a unirnos en oración por tantos millones de hijas e hijos de Dios que, sufriendo el zarpazo de la guerra, de la violencia, de las persecuciones sociales y políticas, de la trata, de los desastres ambientales provocados por el cambio climático, han tenido que abandonar sus hogares, perdiéndolo todo para intentar salvar la vida, y que buscan un nuevo futuro en dignidad lejos de la tierra que les vio nacer.
Ofrecemos una oración para poder llevar a nuestros grupos de vida, de oración, grupos parroquiales, de movimientos… con idea de hacerla en la reunión más cercana al 20 de junio de 2024, fecha en la que se conmemora este Día Mundial del Refugiado.
Incontables
Para preparar el corazón, escuchamos esta canción de Ain Karem, y leyendo los siguientes datos nos hacemos mínimamente conscientes de las dimensiones de esta tragedia.
Los números evidenciados en el último informe publicado por ACNUR —con datos recogidos hasta junio de 2023— hielan la sangre. La tragedia de las personas refugiadas y desplazadas parece no tener fin, y más teniendo en cuenta que el 40% de ellas son niñas y niños. La lista de países y territorios en guerra o con conflictos armados parece también interminable: Gaza, Ucrania, Siria, Yemen, Sudán, Sudán del Sur, Somalia, Etiopía, Burkina Faso, Nigeria, Malí, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Afganistán, Myanmar, Nagorno Karabaj, Haití…
Y en los países ricos a los que en contra de los bulos difundidos por ideologías de extrema derecha han llegado históricamente menos del 8% de las personas refugiadas y desplazadas, les esperan políticas inhumanas, que niegan el asilo y la posibilidad de reconstruir su vida: lo que agrava el desgarro de haber huido y dejado atrás toda su vida anterior.
Leemos el evangelio (Mt 2, 13-23) y contemplamos las escenas recogidas en él
Cuando se marcharon [los magos], un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
—Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.
Se levantó, todavía de noche, tomó al niño y a su madre y partió hacia Egipto, donde residió hasta la muerte de Herodes.
Así se cumplió lo que anunció el Señor por el profeta:
Llamé a mi hijo que estaba en Egipto.
Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se enfureció mucho y mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores; según el tiempo que ha- bía averiguado por los magos.
Así se cumplió lo que anunció el profeta Jeremías: Una voz se escucha en Ramá:
llantos y sollozos copiosos,
es Raquel que llora a sus hijos
y rehúsa el consuelo porque ya no viven.
A la muerte de Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo:
—Levántate, toma al niño y a su madre y regresa a Israel, pues han muerto los que atenta- ban contra la vida del niño.
Se levantó, tomó al niño y a su madre y se volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arque- lao había sucedido a su padre Herodes como rey de Judea, temió dirigirse allá. Y avisado en sueños, se retiró a la provincia de Galilea y se estableció en una población llamada Na- zaret, para que se cumpliera lo anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.
No seguimos a un Jesús que vivió en una familia rodeada de comodidades sino a uno que al poco de nacer tuvo que vivir el drama de ser refugiado y desplazado.
Contemplo la zozobra de José cuando cae en la cuenta de que la huida es la única opción para salvar la vida de su mujer y del niño. Imagino el miedo atroz cuando, aún de noche, huyen a toda prisa con unos pocos enseres dejando atrás su casa, sus amigos y familiares, su medio de vida.
Contemplo la ira del poderoso que está dispuesto a sembrar su tierra de sangre y de muerte con tal de mantenerse en el poder. Imagino la llegada de la familia a un país extraño, del que posiblemente no entienden ni el idioma.
Contemplo los años en la lejanía y el alivio al creer que ha desaparecido la amenaza. Imagino la ilusión durante el retorno y la tristeza al descubrir que no todo ha cambiado, eligiendo finalmente ser unos desplazados internos en su propia tierra. Ahora, contemplo a más de 110 millones de personas sufriendo lo mismo.
Anoto lo vivido durante este tiempo de contemplación para compartirlo en el grupo.
Coloquio
Imaginando a Cristo nuestro Señor delante y puesto en la cruz, y a tantos millones de personas refugiadas y desplazadas: crucificadas y crucificados de hoy en día. Y mirando a mí mismo, lo que he hecho por Cristo y por ellas y ellos, lo que hago por Cristo y por ellas y ellos, lo que debo hacer por Cristo y por ellas y ellos.
Terminamos compartiendo en el grupo lo vivido durante esta oración y rezando juntos un Padrenuestro, sintiéndonos comunidad única con todos los demás grupos que habremos compartido esta oración.
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Si deseáis tener más información sobre la tragedia global que sufren los millones de personas refugiadas y desplazadas, conocer sus testimonios y los testimonios de quienes atienden este drama en primera línea, animaos a visitar y explorar las páginas de ACNUR y del JRS (SJR en español).
Gracias